sábado, 24 de abril de 2010

Viaje al fondo del corazón

“Madre” (Madeo), de Bong Joon-ho

Por René Naranjo S.

Sólo cuatro largometrajes le han bastado al coreano Bong Joon-ho para instalarse como el cineasta “nuevo” (cumplió 40 años en septiembre) más reconocido del mundo. Descubierto para Occidente en el Festival de San Sebastián de 2003, donde su película “Memories of murder” obtuvo tres premios e impresionó a la crítica y al público, Bong Joon-ho es un auténtico realizador del siglo XXI. Todos sus filmes los ha rodado durante la primera década de este milenio, y su mirada ecléctica, que supera géneros, clasificaciones y estilos, es propia de una época en que han caído las certezas y las banderas para dejar paso a una creación en la que lo cotidiano y lo extraordinario, lo ruin y lo sublime, se funden en indistinguible forma.

Y así es, precisamente el cine de BJH. En sus películas se habita un universo único, en el que la comedia y el drama, lo policial y lo irracional, se unen a través de una visión original, irónica, estremecedora y a ratos sumamente dura sobre la vida en su nativa Corea del Sur. Un país lleno de estímulos y símbolo del desarrollo industrial asiático, que, como él mismo declara, “es muy especial, porque existen todos los niveles. Es una mezcla de éxito, de perfecto, de limpio, con lo fallido, lo sucio y lo inacabado”.

“Madre” (Madeo, 2009), al igual que sus anteriores “Memories of Murder y “The Host (2006, la historia de un monstruo mutante que emerge de un río y ataca Seúl) se configura de ese modo, variado en tonos y rico en contrapuntos. Esta vez, el director presenta un recorrido estremecedor por la vida de dos personajes bastante desamparados: una madre que trabaja en una yerbatería y practica acupuntura (Kim Hie-ya, famosa actriz de televisión en Corea), y su hijo, Yoon Do-joon, de 27 años, joven de chasquilla hasta los ojos y quien sufre una ligera deficiencia intelectual. Es por esa discapacidad y por ser su único hijo, que la madre lo sobreprotege hasta el extremo: Duermen juntos, ella le da comida en la boca y lo vigila en todo momento, incluso cuando él orina. Es una relación obsesiva y asfixiante de la cual el hijo sólo puede escapar cuando se junta con su amigo Jin-tae, un joven atlético y avispado que conoce todos esos secretos de la vida que Do-joon ignora.

La imagen inicial del filme, sin embargo, parece pintar un panorama mucho menos sombrío: en un soleado trigal, la madre camina unos pasos, se detiene y se pone a bailar sola al ritmo de una curiosa musiquilla. Ya bien entrado el relato, el espectador entiende la razón de esa imagen, cómo llega la madre ahí, y cómo esa alegría epifánica de la mujer ha sido antecedida por el que bien puede haber sido el momento más extremo de su vida.

El cine de Bong Joon Ho está marcado por esos contrastes sutiles, por esas paradojas inexplicables que matizan a diario la existencia de los seres humanos.

Un asunto de distancia

De niño, Bong Joon-ho pasa mucho tiempo frente al televisor mirando series y películas de todo tipo. De ese tiempo, le queda grabada una profunda admiración por el cine de John Carpenter (“Starman”, “Príncipe de las tinieblas”). Su padre trabaja en diseño y el futuro cineasta dedica largas horas a mirar libros de fotos y de dibujos en la biblioteca. Pronto BJH ya realiza sus propias series de manga (cómic japonés) y cursa estudios de sociología. Más tarde, en plena década de los 90 y cuando su país vive los últimos años de la dictadura del general Chun Doo-hwan, entra a estudiar en la Korean Academy of Film Arts, desde donde participa en acciones políticas como activista y dibujante de afiches.

Este periodo de lucha contra el régimen militar que mantuvo por años el país bajo estado de sitio se refleja claramente en sus películas, en especial en “Memories of murder”, ambientada en esos años de oscuridad en un pequeño pueblo que se ve conmocionado por los asesinatos que comete un asesino en serie en contra de varias colegialas.

“Yo no sé si en realidad mi mundo es extraño, pero tengo la impresión a veces de que hablo de cosas muy serias en tono liviano, mientras que temas ligeros se vuelven de pronto para mí asuntos de crucial importancia. Mi mirada no cesa de desplazarse: si me acerco a la situación, ésta se vuelve divertida; si me alejo, se torna triste”, señala el director.

La contradicción humana

El argumento de “Madre” parece, justamente, una aproximación con gran angular a una secuencia de “Memories of murder”, en la que la policía señala como culpable de los crímenes a un joven con discapacidad intelectual, lo detiene y lo interroga. En “Madre”, esa situación es el centro de la narración, ya que justamente Do-jonn es acusado, tras una noche de copas y confusión, de haber matado a una estudiante de secundaria con el golpe de una gran piedra.

Con su hijo en la cárcel, la madre emprende una frenética busca del verdadero culpable del crimen. Y como la policía apenas se muestra interesada en investigar la verdad, es ella la que escudriña cada detalle de lo que sucedió esa noche fatal y en las que la precedieron. Aparecen de este modo personajes y momentos que ponen en tensión tanto la sexualidad reprimida de esta mujer en menopausia (hay una escena notable en que, de noche, ella enfrenta a Jin-tae mientras él está de torso desnudo y en una actitud dominante) como las energías de deseo y erotismo que circulan por toda la comunidad (las liceanas saben de un celular donde se acumulan fotos de encuentros sexuales entre una de ellas y un amplio grupo de hombres).

En el cine de BJH, como en el de Hitchcock, nadie es inocente. Cada uno de los personajes carga con culpas y remordimientos producto de desesperadas acciones o pensamientos ansiosos, y un clima de inquietante ambigüedad moral inunda sus relatos de principio a fin. Dónde está la verdad en las relaciones humanas? Quién no miente u oculta lo que le perjudica? Hasta qué punto somos capaces de tapar nuestros dolores para seguir viviendo?

Ante el lente atento de Bong Joon-ho, todo puede ser distinto de lo que creemos en el instante menos esperado. Y un cambio de perspectiva manejado por su diestra cámara basta para comprobarlo. Hay en “Madre” un momento impresionante en que el hijo, ya preso, recuerda un día en que la madre intentó deshacerse de él cuando era apenas un niño. Es un recuerdo que yacía en la trastienda de la memoria del joven, y que sale a flote de repente, en medio de interrogatorios y discusiones, para recordarnos que la contradicción está siempre ahí, al acecho, como una pantera en la noche.

Es la potencia de la realidad que construye la mente y la fragilidad de los lazos que surgen entre los cuerpos. Es la frontera casi indefinible entre el bien y el mal en que, día a día, se sitúan nuestros actos y sus consecuencias. Es el mundo bajo la mirada de un hombre que se atreve como pocos a ir hasta el final de sus ficciones, hasta ese punto donde más duele, y que no por eso deja de presentar una luz de esperanza, aunque sea tortuosa, al final de este viaje.

1 comentario:

  1. Interesantisimo, hace ya buen tiempo Corea viene mostrando buen cine y actores de muy buen nivel. Dónde hay acceso a esta cinta aca? la viste fuera?

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