domingo, 29 de agosto de 2010

“El escritor oculto”: Demoledor regreso del maestro Polanski

Por René Naranjo Sotomayor

El estreno de una nueva película de Roman Polanski (unido a la reciente liberación del cineasta de la prisión suiza donde pasó casi un año) es una de esas noticias que iluminan la raquítica pantalla cinematográfica chilena.

Y la noticia adquiere contornos de acontecimiento cuando se comprueba que su más reciente filme, “El escritor oculto” (The Ghost Writer, 2010) es una obra maestra pulida y brillante, colmada en cada escena de observaciones inteligentes y agudas, todo envuelto en el atractivo esquema de thriller apto para todo público basado en la novela del inglés Robert Harris.

Justamente, el punto de partida de la película instala una intriga que liga los laberintos del poder político, el largo brazo del crimen y la escritura de un libro de memorias encargado por el ex primer ministro inglés Adam Lang (Pierce Brosnan).

Frívolo y obsesionado por su físico, Lang ha contratado como “escritor fantasma” (esto es, un autor que redactará el texto pero cuyo nombre no se conocerá nunca) a un fiel colaborador suyo, pero éste ha aparecido ahogado en el mar antes de terminar su tarea. Las presiones editoriales obligan entonces a reclutar a un desprevenido escritor (Ewan McGregor, notable en el rol), que debe terminar en menos de un mes el volumen que finalmente firmará el político.

Apoyado en el viejo y querido mecanismo hitchcockiano de poner a un tipo común y corriente en una situación extraordinaria (véase "Intriga interncional", 1959), y de darle a la historia un gancho que concentra la atención pero que en realidad es más bien un señuelo (el célebre “MacGuffin” del autor de “Psicosis”, que aquí es el libro mismo), Polanski se desliza sobre esta ficción con la gracia elegante de un campeón olímpico sobre el hielo.

Y en ese marco frío (la acción, aunque filmada en Alemania, se sitúa en una localidad rural al norte de Estados Unidos, en pleno invierno), la cámara precisa y punzante del director revela cómo el trabajo de redacción del escritor anónimo desenrolla una madeja de secretos gubernamentales, mentiras conyugales y corrupciones que derivan en catástrofes.

Como ya hizo antes en “Chinatown”(1974), Polanski entrega una mirada demoledora sobre el quehacer político. El ex primer ministro Lang es actor de vocación, y por esa misma cualidad histriónica su partido lo elige para hacer carrera. Sin que la puesta en escena subraye nada, su carácter de títere se hace evidente a medida que avanza el relato.

Asimismo, la sumisión del Reino Unido ante el poder de los Estados Unidos es afirmada constantemente (perseguido en su país, Lang busca de inmediato refugio en su “aliado natural”). Polanski, que la semana pasada cumplió 77 años, mantiene una contienda personal con Estados Unidos, y esa emoción embarga la pantalla a cada instante, presentando al país como una gran cárcel de vidrio (la metáfora de la casa donde vive Lang), y como un territorio inhóspito donde el mal habita agazapado pero siempre listo para actuar.

También están las alusiones al exilio que vive el propio director (como él, el ex premier sólo puede visitar tres o cuatro países más) y subyace la idea de que la nación es controlada más por los poderes fácticos que por las instituciones democráticas.

En ese sentido, “El escritor oculto” es un filme tan magnífico como “El pianista” pero aún más personal. Es más contundente que “Búsqueda frenética” (1988, su anterior thriller a lo Hitchcock) y mucho más acuciante que “Oliver Twist” (2005).

Por si fuera poco, permite a Polanski retomar con total propiedad el tema del doble que marca sus mejores filmes. A la manera de “El inquilino” (1976), el escritor debe lidiar con el fantasma de su asesinado predecesor, y atravesar, casi como en una predestinación, un recorrido similar, muy gráfico en la escena del auto conducido por el GPS.

El protagonista de “El escritor oculto”, personaje sin nombre, no tiene, en definitiva, ni identidad ni auténticas convicciones. Es otra marioneta, un hombre sin atributos que no controla nada y del cual el poder en las sombras (encarnado por un genial Tom Wilkinson) y el destino se ríen con ganas.

Como corolario de este concepto inquietante queda ese insuperable plano final, tan portentoso que entra de inmediato a la historia del cine, ejemplo supremo de lavisión irónica y escéptica que un maestro del cine posee de la condición humana.

1 comentario:

  1. Comparto contigo la indiscutible calidad de "El escritor oculto", Polanski se supera a sí mismo y hace de su experiencia con la política grandes metáforas.

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